Thursday, January 12, 2023

Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo

 


Es tremendamente difícil tratar de ahondar en el misterio de la Santísima Trinidad.  Su palabra lo indica: es un misterio, tres personas distintas y un solo Dios verdadero.

Nuestra inteligencia limitada no puede abarcar la magnificencia de un absoluto semejante, sin embargo podemos aprender de esta presencia divina.

  • Un Dios comunidad.  Único, pero con la marca de quien quiere señalar una modalidad.
  • Un Dios-familia.  Padre creador, misericordioso, justo, paciente, acogedor.  Jesús hijo salvador, hermano, compañero, hecho hombre para compartir la reconciliación con la humanidad.  Espíritu Santo animador, fuerzas y motor del espíritu.
  • Dios  trinitario que señala el camino de la liberación.  Un padre que ama al hijo, y el espíritu que personaliza el amor.
Si la sociedad humana fuera capaz de vivenciar ese espíritu trinitario, los hombres seríamos capaces de generar una mejor convivencia entre todos, por algo fuimos creados a su imagen, y encontraríamos los caminos de la verdadera liberación que nace de la participación.
  •    Ser creativos con el padre.
  •    Ser fraternos con el Hijo.
  •    Ser activos con el Espíritu.
Haber descubierto esta dimensión divina no es mérito del hombre sino, simplemente, producto de la revelación.

Por eso cuando el hombre duda, se pregunta y se ubica de cara a los interrogantes vitales que lo conmueven, no puede darse una respuesta lógica.

La razón se quiebra y debe apelar a lo que le ha sido revelado, mostrado y, precisamente, esta revelación nos pide que la contemplemos.

El objetivo no es encontrar explicaciones sino, mejor, admirar la grandeza del mismo Dios y saber maravillarse.

No pretendamos lo imposible.  Seamos capaces de despojarnos de todo lo que impide un sincero y abierto encuentro con Dios y, como hijos confiados, descansemos con seguridad y certeza en sus manos firmes que nos han dado la vida por amor.

Escrito por Juan Carlos Pisano

Friday, January 6, 2023

Oración contra la envidia

 





Protégeme
, Señor de los proyectos de los envidiosos
cúbreme con tu preciosa sangre salvadora, 
rodéame con la gloria de tu resurrección.
Cuídame por la intersección se María, 
de todos tus santos, de todos tus ángeles.
Haz un cerco divino a mi alrededor, 
para que el rencor de los envidiosos
no pueda penetrar en mi vida.

Dios mío mira a los que quieren dañarme 
o desprestigiarme porque me tienen envidia.
Muestrales la fealdad de la envidia.
Sana sus corazones de la envidia, 
cura sus heridas más profundas, 
y bendícelos para que sean felices, 
y ya no necesiten envidiarme.
Confío en ti Señor.

Señor, 
tú me conoces y sabes que no soy perfecto, 
que hay muchas cosas que todavía puedo cambiar.
Hay mucho que pulir y mejorar 
en mi manera de ser y de actuar.

A veces, no quiero reconocer mis defectos, 
y me lo oculto a mí mismo; y esos defectos me traen muchas 
dificultades,  porque despiertan el rencor de los demás,
la envidia, el desprecio.  

Ayúdame a descubrir mis actitudes de orgullo, 
indiferencia o desprecio, mis egoísmos y comodidades;
ayúdame a ver todo eso que cae mal a los ojos de los demás.

Y dame tu ayuda divina para que pueda cambiar.
Porque si mis actitudes son más agradables y sinceras, 
las envidias de los demás se disiparán como el vapor.

Tócame con tu gracia, y embelléceme con virtudes y 
dones que me hagan más agradable a los ojos de los 
hermanos.

Señor Jesús, muchas veces te he contemplado crucificado 
y me he compadecido de tu dolor.

Muchas veces te he ofrecido pequeños sacrificios 
como una respuesta de amor a lo que hiciste por mí en la cruz.

Muchas veces quise abrazarme a ti,
 uniendo mis dolores a los tuyos.
Pero hoy me pides que aceptes algunas humillaciones
que sufro; me pides que entregue mi orgullo herido,
y que acepte algunos de los sufrimientos
que me causan los envidiosos.
Porqué también tú pasaste por esas angustias.

No quiero pretender ser más que tú, Jesús, 
y acepto tener que sufrir un poco a 
causa de la envidia ajena.
Te lo ofrezco con todo mi cariño, 
para que mi corazón no se obsesione ni se atormente.

Señor Jesús, que perdonaste a los que te envidiaban,
te lastimaban y te crucificaban,
solo tú puedes regalarme la gracia del perdón liberador.

Coloca en mi corazón el deseo sincero de comprender
y perdonar a los que me envidiaban, 
para que pueda mirarlos con tus ojos de amor y compasión.

Dios mío, lleno de gloria, rico en maravillas,
repleto de bondad y de belleza, 
quiero alabarte con todo mi ser.

Tú mereces que yo me postré ante ti
y te adoré con alegría y paz.

Nada en esta tierra tiene derecho a dominar mi corazón,
y a refrenar mi alabanza.
Porque si dejo de alabarte toda mi vida se debilita.

Quiero alabarte, Señor y sé que así seré fuerte
para que los envidiosos no puedan dominarme.

Pero también te adoro por ellos, 
porque son tus criaturas amadas
y por qué en ellos también
 hay reflejos de tu hermosura.

Señor, tú quieres que yo sea un instrumento
 tuyo para bendecir a los demás, 
y cuando yo los bendigo, 
tú derramas tu bondad en sus vidas.

Quiero bendecir a los que me envidian y persiguen, 
quiero desearles que les vaya bien y 
que sean felices; que te conozcan,
te amen, y aprendan a vivir tu Palabra;
que sean santos y buenos.

Yo los bendigo, Señor, 
con los mejores deseos de mi corazón, 
porque así, tarde o temprano, 
dejarán de desear mi mal.

Señor, ya no quiero que el miedo a los 
envidiosos me obsesione  y me quite la calma.

Yo soy amado por ti y tengo la dignidad de ser tu hijo.

Quiero vivir libre y sereno.

Reconozco que el orgullo me hace doler el alma
cuando los envidiosos me critican.

Pero quiero vencer ese orgullo y conocer
la libertad de un corazón simple y humilde.

Hoy levanto la cabeza, Señor y decido caminar erguido,
seguro, con   dignidad, como hijo tuyo amado, 
cómo tú quieres que camine.

Señor mío, Dios adorado, tú sabes cómo el corazón
se me llena de temor, de tristeza y de dolor
cuando descubro que me tienen envidia.

Pero yo me encomiendo a ti, mi Dios, 
que eres infinitamente 
más poderoso que cualquier ser humano.

Quiero que estén en tus manos todas mis cosas,
mis obras, mi vida, mis seres queridos.

Todo te lo confío mi Dios, para que los envidiosos
no puedan causarme ningún daño.

Y toca mi corazón con tu gracia para que 
conozca tu paz, para que de verdad confíe en ti
con toda mi alma. 

Amén.






Thursday, January 5, 2023

Creo en el perdón de los pecados


 

San Juan Pablo explica porque La Santísima Trinidad nos perdona nuestros pecados si estamos genuinamente arrepentidos.

Cuidado con los enamoramientos


 

            El Padre Salesman explica las consecuencias de enamorarse a ciegas sin poner en prioridad el amor a Dios.

Creo en la vida eterna


 San Juan Pablo II explica que es la vida eterna y cómo podemos llegar a ella.  Presenta múltiples versículos de la Sagradas Escrituras que la promesa de Dios es real y que el mismo Cristo subió a la vida eterna delante de sus discípulos.

La libertad del hombre


Esta pequeño video explica la responsabilidad que tiene el ser humano en hacer buen uso de su libertad.

 

Tuesday, January 3, 2023

Momentos de oscuridad

 


Señor, Jesucristo, de la oscuridad de la muerte hiciste surgir la luz.
En el abismo de la soledad más profunda habita, de ahora en adelante
y para siempre, la protección poderosa de tu amor; desde el rincón oscuro 
ya podemos cantar el aleluya de los que se salvan.

Concédenos la humilde simplicidad de la fe, que no se desvanece 
cuando nos acosas en las horas de oscuridad y abandono, 
cuando todo se torna problemático.

Concédenos en este tiempo en que, en derredor de uno se traba
una lucha mortal, la luz suficiente para no perderte de vista;
suficiente luz para poder entregarla a los que de ella
 necesitan más que nosotros.

Haz brillar sobre nosotros el misterio de tú alegría pascual
como aurora de la mañana.
Concédenos ser personas verdaderamente pascuales en medio 
del sábado santo de la historia.

Concédenos que, a través de los días luminosos y oscuros
 del tiempo en que vivimos, podamos siempre con ánimo alegre, 
caminar hacia la gloria futura.

Amén



Creados como hombre y mujer